Patrimonio Cultural

Prehistoria

El Cajón de San Francisco fue parte de una ruta migratoria utilizada por los primeros habitantes, desde la más remota antigüedad. Éste y otros pasos le permitieron al hombre acceder a los mejores lugares de asentamiento, favoreciendo su subsistencia y poblando así el continente, desde los cazadores y recolectores semi nómades del Período Arcaico (10.000/300 a.C.) hasta la riqueza cultural del período Inca (1.400/1.536 d.C.).


Por este motivo el sector donde hoy se emplaza La Canabina cuenta con muchos registros prehistóricos, al punto de llegar a ser un complejo arqueológico de gran valor en el Valle de Aconcagua. Su cualidad de recinto privado le ha permitido la posibilidad de preservar estos sitios, siendo para nosotros un honor dar a conocer y ayudar a cuidar este importante patrimonio.

Se han encontrado numerosas zonas de campamento, antiguos pucarás con vestigios tales como morteros y otras herramientas líticas, restos de cerámica, además de las piedras grabadas o petroglifos (manifestaciones de arte rupestre).

El arte rupestre se encuentra asociado a lugares de asentamiento, santuarios de altura y también como elementos que marcaban una ruta o que definían límites entre zonas habitadas (conocidas) y zonas no habitadas (mundo mágico), teniendo una clara connotación religioso-sagrada.

Los petroglifos son dibujos estampados sobre roca por medio de una técnica de sustracción, percusión o raspado, cuyas figuras y símbolos buscaban expresar diversas manifestaciones del espíritu de sus habitantes, más allá de la cotidianeidad y trascendiendo a través del tiempo. Los últimos estudios los han caracterizado en dos estilos diferentes. El primero correspondería al período preincaico, Estilo 1 (Período Intermedio Tardío, año 1.000 d.C. al 1.400 d.C.) y el segundo, que correspondería al período incaico, Estilo 2 (Período Inca, año 1.400 d.C. al 1.536 d.C.).

Historia

Durante la época colonial este territorio formaba parte de la gran hacienda San Francisco de Regis, en el Valle de Aconcagua, propiedad de la familia Toro-Mazote. La hacienda fue donada en 1.756 a los jesuitas quienes la ocuparon hasta su expulsión, en el año 1.767, pasando a ser propiedad de las monjas Ursulinas.


Durante el período de la Independencia se dice que por este lugar pasaba regularmente Manuel Rodríguez, desde y hacia Argentina, siendo un paso que usó la caballería ligera del Ejército Libertador cuando se enfrentó con el Ejército realista en la famosa Batalla de Chacabuco.


En el siglo XIX la familia Canabes se hace propietaria del predio construyendo la casa patrimonial de adobe, dándole el nombre de La Canabina a este fundo. En el año 1.928 La Canabina fue comprada por la familia Cristi, parte de la cual ha vivido, trabajado y cuidado este territorio por tres generaciones.


Desde el año 2.013 los terrenos de La Canabina se han dividido en más de una sociedad. Informalmente el conjunto sigue siendo llamado con este nombre, por ser parte de la memoria histórica y cultural local.

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