La mayor parte de la excursión atraviesa una ladera de cerro sin sendero marcado, buscando antiguas huellas arrieras que se desdibujan constantemente, para encontrar una quebrada escondida que aloja un centenario bosque de canelos, donde cohabitan otras especies nativas.
Como resabio de épocas pretéritas, crecen y se desarrollan canelos en la orientación sur – oeste de la quebrada, que debido a la sombra y humedad mantienen un microclima que posibilita a esta especie, hoy propia del sur de Chile, seguir existiendo. De gran altura, algunos de ellos centenarios, conmueven a todo visitante.
El tiempo para quedarse en la entrada del bosque será breve, descansando descalzos sobre la esponjosa tierra del bosque, recibiendo los beneficios terapéuticos al hacer contacto con ella (grounding or earthing). Al retornar se caminará por el sendero principal, bien marcado.
Dependiendo de la época del año, está la posibilidad de bañarse en el estero San Francisco. Sin duda una excursión diferente, orientada a quiénes gusten del silencio y valoren pasar tiempo en ambientes silvestres.